La tecnología nos conecta con el mundo, nos informa sobre lo que esta pasando en todas partes, pero nos aleja de lo que esta pasando debajo de nuestra piel. Nuestro cerebro recibe dosis de dopamina con cada inmersión en las redes y sus gratificaciones momentáneas. Saber desconectarse para reconocer lo que es esencial, para poder disfrutar de los esfuerzos a largo plazo que nos hacen crecer. Ordenar nuestros hábitos es una tarea para toda nuestra vida, chequear en que se está diluyendo nuestra energía y reorientar para enfocar en lo importante.
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