Los sistemas de enseñanza y sus instituciones pueden debilitar nuestra creatividad, dejarnos sin criterio propio para cuestionar lo que se nos exige. Las presiones sociales de pertenecer, pueden hacernos sentir que no somos auténticos y libres de expresarnos. Querer encajar y cumplir con pactos establecidos en nuestro clan pueden agobiarnos. Encontrar un sano equilibrio entre adaptación a las normas y poder ejercer nuestras características particulares es un desafío que hay que diseñar.
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